Blogia
revuelta

¿PROFESIÓN? DISIDENTE

¿PROFESIÓN? DISIDENTE ¿Profesión? Disidente.



Leyendo a Alexander Duguin cuando analiza al marxismo, me he animado a escribir, cosa que realmente me llena, junto con otras actividades artísticas; ya lo decía el Duce, y a ello hay que remitirse: “Libro y mosquete, ¡Fascista perfecto!”.



Y es que estoy harto de los esquemas mentales cerrados y putrefactos de este Sistema demo-liberal, pero tal vez aún me harta más el ver cómo supuestos camaradas de trinchera, en el mismo combate cultural, político y popular que yo, se enquistan en mitos del pasado, y no sólo hablo de los por mí criticados ( y desde lo constructivo, puesto que yo fui uno de ellos ) centralistas, jacobinos y derechistas - franquistas y conservadores requemados - : hablo también de las camisas azules que creí en su día que podían dar un paso hacia la disidencia real, como en sus buenos años, pero no ha sido así, y hablo también de mi camaradería parda, con la que más he intimado, de la que muchas veces oigo hablar en términos casi exactos a los derechistas anteriores, y otras los escucho como si de integristas se trataran. No pongo en duda la calidad de muchos como personas, como espíritus y como soldados políticos. Ni tampoco, válido sea de paso, pongo en duda muchas de sus ideas y creencias; si por algo a muchos los considero camaradas, es por razones obvias.



Lo que me indigna es el hermetismo: el leer, actuar, conocer y moverse siempre dentro del mismo ámbito, como si de una pequeña comunidad amish norteamericana se tratara. Ojo: habla un pecador, puesto que yo también estuve en este pequeño círculo, ajeno del mundo aunque lo critiques y prefiera uno distinto, en el cual unos pocos quieren salir a la calle pero no cuentan con medios, por lo tanto, retroceden, y otros esperan a que aparezca un “enviado” que les saque de esa situación. He comprendido, a base de conocer a gente y conocer el mundo porque en él me muevo, que ni una ni otra cosa es tolerable: ni debemos retroceder, ni esperar a ningún “enviado”; en todo caso, avanzar marcialmente como una prole aristocratizada que mañana seremos.



Mi experiencia personal la considero como la necesaria y, tal vez, la única vía posible hacia la movilización nacional-revolucionaria que necesita la juventud, militancia madura y futura Europeas: abrirse, conocer y andar por el mundo que nos rodea. Esto tampoco se hace levantándose de buena mañana y saliendo a la calle a preguntar “¿Cómo está, sr. Quiosquero, cómo ve la política decadente de hoy?” ni mandangadas para conocer al pueblo llano; sabemos de sobras qué es lo que piensa, o mejor dicho, qué es lo que NO piensa, y sí lo que quiere, anhela y babea sólo en pensarlo ( pagar la hipoteca por fin, casa de tres pisos, coche bueno y potente y no pegar golpe en su vida, que lleva ya demasiados dados ). Esto se hace levantándose una mañana, ni muy tarde ni muy temprano, desayunando fuerte y, siendo el fiel patriota anticomunista de toda la vida, coja un bonito libro forrado en rojo y empiece a leerlo, como por ejemplo, “El Capital” de Karl Marx.





¡ Hereje ! Nada más leer estas líneas, esto es un sacrilegio al sacrificio de miles de vidas contra el marxismo internacional apátrida y asesino… Pues no, para nada lo es. Primero hay que coger el material del enemigo, o del contrario, o del “antisistema que está equivocado porque nosotros somos la verdad” con la frase en la cabeza: “Para combatir al enemigo, hay que conocerlo desde dentro”. No es necesario dormir tres meses en la primera y pestilente casa “okupa” que encontremos y dormir con los pies al fresco con un ambiente amarihuanado. Me refiero a que hay que leer mucho más: no todo está en Spengler, ni en José Antonio, ni en Ledesma incluso; ni en Benito, ni en Adolfito, ni en Thiriart, si me apretas. Leamos a Marx, a Lenin, a Bakunin, al “Che” - aunque para nada sea una delicia su pluma -, a Mao; y leamos más a autores defenestrados por su radicalismo, o por no ser comprendidos, o por estar, tal vez, demasiado avanzados a los tiempos: Jünger, Von Salomon, Niekisch, el nacional-bolchevique por excelencia, Duprat, mucho más próximo a nuestros días, etcétera. Tampoco olvidarse de la escuela francesa de la Nueva Derecha, y, ¿por qué no? A los vendidos al Sistema como son el hebraico “acomplejado” de Chomsky, Susan George, Ramonet, Bobbio, esos autores que hacen las delicias de los lectores “fashion-alternativos” y de los jovenzuelos comprometidos socialmente ( al servicio del Capital, por supuesto, aún sin saberlo ), que ofrecen, de vez en cuando, algún análisis decente. Cómo no, leer a la calaña neoliberal más extrema: Samuel Huntington, Robert Kagan… Y quién dice leer, dice subrayar, entender y aprehender, con “h” intercalada, nada de memorizar y vomitar en una hoja, sinó interiorizar y perpetuar la disidencia a partir de contrastar nuestra postura antisistema con la suya, en el fondo, prosistema.



A la vez que la ardua tarea de leer a deleznables personajes, y a otros mitificables e incluso glorificables, aprovechables en definitiva, debemos empezar a ser conscientes plenamente de la realidad. No volveremos a pasear cierto símbolo indoeuropeo por las calles jamás, en un estandarte, porque ni el pueblo está preparado para ello, ni el Sistema dejará que lo hagamos impunemente; y si lo permite, reflexionemos: lo único que tiende es una trampa, en la que nosotros seremos los perjudicados y aún peor vistos a los ojos públicos mediante alguna campaña y/o estrategia policial-mediática del Sistema, y de ahí a la extinción habrá sólo un paso - y nosotros, cojeamos. Y recordemos que nuestra ideología ( así, generalizadamente ) no es pasajera ni es cerrada, sinó que es eterna y evolutiva sobre unas bases sólidas inmutables, y que creemos firmemente que llevamos la verdad en nuestras venas y nuestras mentes, que llevamos el germen de la estabilidad y el orden para nuestros pueblos, y como ellos deben volver a ser el motor mundial, por ende, del planeta entero. Como decía a un gran camarada y mejor amigo: jugamos con una ventaja respecto a los adoctrinados y adoctrinazantes maestros de la democracia, y es que nosotros no somos demócratas: la verdad está en nosotros, y el resto, aunque estudiable y útil, sólo puede ayudarnos a mejorar lo nuestro, o a morir definitivamente en el fuego juzgador.

El éxito no existe sin riesgo. Salir a la calle, pegar carteles y pegatinas es sólo una parte de la gran misión a cumplir ahora: calar en la conciencia popular una idea, la de que TODO está podrido y lo que puede limpiar al mundo, la Tradición Indoeuropea, el germen salvaje que destruirá el presente y edificará el futuro, debe despertar. El resto de ideas de nuestro bagaje ideológico irán siendo descubiertas con nuestra ayuda por este pueblo enfermo y necesitado de una nueva plenitud. Y este pueblo es la integridad de toda la sociedad, incluso de los indeseables, que ya tocará prugar cuando proceda. Totalidad, o muerte.



Por otro lado, hace poco redescubrí una obra marxista que adquirí para la realización de un trabajo. Hacía una importante reflexión, como antifascista: la de que el movimiento de la izquierda radical debía replantearse a sí mismo si debía seguir siendo antifascista exclusivamente, atacar desesperadamente a los vestigios del “fascismo capitalista y explotador” ( sic ) o, de una vez por todas, descubrir y descargar sus energías en el auténtico enemigo, y para ellos origen de todos los males, incluso del fascismo, que es el Sistema Capitalista Globalizador. ¿Antifascista/antirracista, o Antiglobalizador? Esa es la cuestión a la que la izquierda radical debe atenerse y debe resolver si es que quiere sobrevivir como parte integrada del Sistema o como un peón que mañana puede convertirse en la dama del ajedrez y pulverizar al Sistema, imponer el Socialismo que ellos entienden.

Esta reflexión marxiana nos puede ayudar a nosotros: ¿qué debemos ser, Anticomunistas, o Antiglobalizadores, es decir, Antisistema? Está claro que no creemos en fábulas, ni en el materialismo estricto histórico, ni en que la Historia puede escribirse ya mismo, ni sólo en economía porque anteponemos – o paralelamente – lo cultural e identitario. Pero ¿debemos seguir siendo considerados por nosotros mismos como la antítesis de la izquierda ( aunque huyamos de la derecha ), o debemos fijar la mirada y el cañón hacia el Sistema, hacia los que lo hacen posible, hacia los valores nihilistas y anti-identitarios de los pueblos del planeta, en definitiva, hacia el sistema económico y de relaciones de producción y de imposición capitalista?



Para mí, está claro.

Para el Sistema, no existe mayor oposición que nuestro potencial escondido y latente. La izquierda ya no supone su enemigo, al contrario: es su fiel perro guardián ante la amenaza fascistoide. Y el Sistema, económicamente representando a la derecha, moralmente es destructor y no creador, es sólo la izquierda: vulneración de la Naturaleza en la que creemos, como nuestras comunidades ancestrales, y de la que nunca debimos salir ( o dejarnos engañar y salir de ella, mejor dicho ).

Así vistas las cosas, nuestro único enemigo es el Sistema. Olvidémonos de la izquierda, de sus vulgaridades progresista-fashion y de sus memeces ilusorias de un mundo más hippie posible: el Sistema encamina los más bajos deseos de la izquierda, aunque ella pida más y no se de ni cuenta de que es el Sistema quién promueve sus valores y no ella misma. La izquierda, como me gusta decir, está alienada en sí misma. Marx, si de verdad fue ese ateo, socialista y revolucionario que nunca sabremos si fue, hoy estaría vomitando sobre las tumbas de los supuestos “mártires” que nos deja la juventud izquierdista, como Carlo Giuliani tendido en las calles de Roma durante la cumbre del G-8.

Y por esto, y porque, que nadie lo niegue, somos “una escisión nacionalista de la extrema izquierda” que Mussolini decía, debemos combatir contra el Sistema sin cerrarnos de banda a que se integren en nuestra trinchera los elementos más capaces y distinguidos de la izquierda. La evolución de la Izquierda Radical, si de verdad quiere ser Antisistema, pasa por descubrir el factor Identitario que nosotros llevamos innato en nuestro ideal. Conseguir que la izquierda deje el tambor “cumbayá”, la droga y el flower-power y coja el fusil, la pala para cavar la trinchera y el sentimiento identitario sin piedad contra el Sistema como nuevo leit-motiv es cuestión de tiempo, o mejor dicho, cuestión de lo que nosotros podamos hacer para que esto sea posible. El Sistema hará todo lo que pueda para que esto no suceda, nosotros la contrario. Destruiremos la falsa sonrisa de la izquierda, sus esperanzas y sus mitos: impondremos la realidad, la necesidad de la sangre y el suelo, la Creación después de la Destrucción, la Comunidad. Es el Socialismo Indoeuropeo, el destinado a ser de nuevo el dueño del mundo: jerarquía, orden, comunidad, solidaridad de sangre; todo ello enterrará al Capitalismo, sea o no controlado por quién sea. Ya nos debe importar poco si está el bastardo manipulador sionista manejando la marioneta capitalista burguesa. Tanto si la marioneta anda sola, como si está el eterno manipulador que leyendo sus sagradas escrituras cree ser el destinado ser el dueño real y legítimo de todo, como si la marioneta en realidad no es tal y todo el Sistema no es una farsa de conspiraciones y si fuera realmente tan patético y simple como el telediario nos presenta: EL SISTEMA ES EL ENEMIGO, EL CAPITALISMO ES SU MEDIO, Y NO NOS IMPORTA QUIÉN SEA SU DUEÑO, PORQUE TODO ELLO ES INMORAL, MATERIALISTA, DECADENTE, ANTI-NUESTRO.



JUVENTUD, MADUREZ Y CONOCIMIENTO EN PIE DE GUERRA.

VICTORIA O MUERTE.



SALUD Y REVUELTA





JORDI – Me ne frego!

0 comentarios