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Oskar Lafontaine camina hacia el nacional-bolchevismo

Oskar Lafontaine camina hacia el nacional-bolchevismo Extraído de Novopress.info España

Bajo la cabeza de bronce del autor del Manifiesto Comunista Oskar Lafontaine arenga con secas gesticulaciones, timbre irritado y cara congestionada a unos miles de ciudadanos congregados en la plaza de Chemnitz, la ciudad germanooriental que durante más de cuatro décadas de comunismo llevó precisamente el nombre de Karl-Marx Stadt. Simbología vetusta para la campaña electoral en la Alemania del Tercer Milenio. “Hay que acabar con esta política de mierda, con esta cerdada antisocial, del Gobierno [socialdemócrata] de Schröder", grita el orador. “¡Eso, exacto!", responde el público. “Hay que proteger a los padres de familia alemanes y a las mujeres alemanas para que los fremdarbeiter [trabajadores foráneos, término utilizado durante el nazismo] no les arrebaten los puestos de trabajo", proclama. Gritos de asentimiento en el público: “¡Jawohl, Ja, So ist es!". El semanario Die Zeit, cuyo editor es el ex canciller socialdemócrata Helmut Schmidt, describiría indignado dicha escena de apertura de campaña: “Bajo la severa mirada del busto de Carlos Marx experimentó sin escrúpulo con el lenguaje de Goebbels".

Alemania ya tiene a su nuevo líder nacional-popular pero ni el más demente entre los profetas habría sido capaz de imaginar hace unos años que se llamaría Oskar Lafontaine. El que fuera todopoderoso presidente del Estado del Sarre, presidente del SPD -el partido legendario de la izquierda democrática europea- y efímero ministro federal de Economía vuelve a la política cargado de mensajes en los que se mezcla la retórica comunista con el lenguaje más nacionalista del pasado alemán. Lafontaine es ya el máximo líder de una a alianza de izquierdistas antisistema, comunistas sin reciclar integrados en el Partido del Socialismo Democrático (PSD), heredero del partido comunista de la RDA, y sectas más o menos antidemocráticas que pescan en el río revuelto de la crisis en la que se halla sumida Alemania.

Música para los oídos de los patriotas alemanes son los lemas electorales que Lafontaine, pese a las críticas de su antiguo partido, no deja de proferir. Dice aquel adalid de la “nueva izquierda” que “la inmigración forzada [de mano de obra] la demandan en Alemania los 10.000 de arriba", término utilizado sobre todo por los comunistas para referirse a los grandes capitalistas. Y promete expulsar de Alemania a “quienes no hablen nuestra lengua y no paguen sus impuestos según su capacidad". Advierte de que el “pueblo alemán", una “comunidad de destino", se juega “el futuro de la identidad de Europa a finales del siglo” y subraya la amenaza de que suceda como en “Estados Unidos, donde en medio siglo los blancos ya no serán mayoría". En la sociedad alemana asustada y confundida que Schröder deja tras siete años de Gobierno, frases así asustan a muchos pero atraen a no pocos. Según los últimos sondeos, el nuevo partido surgido de la unión de la WASG (Alternativa Trabajo y Justicia Social) y el PDS ya es la tercera fuerza del país con un 18%, con lo que ayuda decisivamente a hundir al SPD por debajo del 30%.

Socialismo en estado puro y nacionalismo a raudales son la fórmula con la que Lafontaine se promete irrumpir en el Bundestag en las elecciones en septiembre. No es de extrañar por tanto que haga competencia directa a los nacionalsocialistas del NPD, que también ha experimentado una transformación aunque más estética que de contenidos. En el reciente congreso del partido en Sajonia no se vieron ya zamarras de cuero ni botas claveteadas, sino jóvenes con corbata y señoritas muy urbanas que ya no se saludan con brazo en alto y no beben cerveza, sino té, en las sesiones de trabajo. Su programa va dirigido a los mismos electores que el de Lafontaine: parados, jubilados, pequeños empresarios, jóvenes y profesionales, la suma de las supuestas víctimas de las imprescindibles reformas que los grandes partidos, SPD y CDU, quieren imponer. Su lema El sistema está acabado es el mismo que evoca en discursos y en su nuevo libro, Política para todos, el ex nietísimo de Willy Brandt. Y ambos pueden resumirse con la nada original fórmula de “quitarle a los ricos para darle a los pobres"; eso sí, siempre que sean alemanes. Los nazis siempre fueron muy sensibles en el ámbito social, como recuerda Götz Aly en su libro El Estado popular de Hitler, el mejor libro sobre el nazismo publicado el pasado año.

El partido del canciller Schröder trata de frenar la influencia del nuevo grupo de Lafontaine

Tras siete años en el Gobierno, la socialdemocracia alemana intenta dar un giro social ante la amenaza de la nueva alianza de izquierdas impulsada por Oskar Lafontaine de quitarle un pedazo de la tarta electoral. En el manifiesto electoral acordado en Berlín, el Partido Socialdemócrata (SPD) propone un impuesto para ricos, una profunda reforma de la sanidad pública, una reforma del impuesto de sociedades y la introducción del salario mínimo, entre otras medidas, aunque defiende los recortes que marcaron la última legislatura del canciller, Gerhard Schröder. Ante la posibilidad de que el nuevo partido WASG (Alternativa Electoral Trabajo y Justicia Social) y el poscomunista PDS, con el ex presidente del SPD Oskar Lafontaine y el popular Gregor Gysi como cabezas de lista, le arrebate una parte importante de su electorado más a la izquierda del espectro político, el SPD se ha visto obligado a hacer un programa más social.

Sin embargo, sigue defendiendo las reformas contenidas en la llamada Agenda 2010, que marcaron su Gobierno en la legislatura que termina con recortes sociales. El WASG, formado por sindicalistas y disidentes del SPD, se presentará a las probables elecciones de septiembre en las listas del PDS.

El SPD quiere eliminar la posibilidad de elegir entre un seguro de salud público y uno privado, hoy posible para los que más ganan. Su propuesta consiste en que todos entren en la sanidad pública, también los ricos, los autónomos y los funcionarios (éstos tienen un seguro propio), y paguen de acuerdo a sus ingresos sin importar su salud o edad. La propuesta de un salario sustitutivo para padres de niños de hasta un año pretende que las madres o padres puedan abandonar su trabajo temporalmente para atender al bebé.

El SPD quiere impulsar su vieja iniciativa, que no llegó a aprobarse en la presente legislatura, de ampliar a todos los sectores una ley vigente en la construcción que supone un salario mínimo de facto. El motivo es acabar con la competencia desleal de los trabajadores extranjeros, que cobran menos por lo mismo. Para dar un impulso a la economía, los socialdemócratas proponen una inyección de 2.000 millones para infraestructura de carreteras y vías férreas. Además, las pymes dejarán de pagar impuesto sobre la renta para pasarse al impuesto de sociedades. Actualmente sólo un 15% de las empresas, las más grandes, pagan impuesto de sociedades. Éste se reducirá, si gana el SPD las elecciones, del 25% al 19%, una iniciativa que fracasó porque la CDU consideraba insuficiente su financiación compensatoria.

El nuevo partido alemán de izquierdas irá a las urnas con los comunistas

La Alternativa Electoral Trabajo y Justicia Social (WASG), grupo de izquierdas alemán formado en gran parte por políticos del Partido Socialdemócrata (SPD), votó en su congreso a favor de acudir a las elecciones que previsiblemente se celebrarán en septiembre en las listas del poscomunista PDS. La decisión, que ya tenía el visto bueno de la cúpula del partido, es previa a la votación definitiva de las bases, que tendrá lugar pasado mañana.

Oskar Lafontaine, candidato del WASG y una de las cabezas visibles de la alianza junto con Gregor Gysi, se defendió ayer de las críticas que le acusan de coquetear con la xenofobia por utilizar un término, Fremdarbeiter (trabajadores foráneos), usado por los nazis. “Los nazis no eran xenófobos. ¡Los nazis eran racistas!", dijo Lafontaine ante los 300 delegados del congreso. El ex presidente del SPD aseguró que utilizó ese término porque las condiciones en que se ven obligados a vivir los extranjeros que vienen a Alemania no permiten llamarlos Gastarbeiter (trabajadores huéspedes o invitados), que es el término usado tradicionalmente para llamar a los extranjeros que contribuyeron al milagro alemán en los años sesenta y setenta.

Con el ex presidente del PDS Gregor Gysi y el disidente del partido socialdemócrata (SPD) Oskar Lafontaine como candidatos estrella, la nueva formación podría convertirse en una pesadilla para el canciller, Gerhard Schröder. La nueva alianza de la izquierda podría conseguir, según los sondeos, hasta un 18% de los votos en las elecciones del 18 de septiembre, si éstas llegaran a celebrarse. Estos votos procederían en su mayor parte de tradicionales votantes del SPD desengañados de la política de Schröder.

El PDS, heredero del partido gobernante en la República Democrática Alemana, abrirá sus listas a representantes del WASG y a cambio adaptará su nombre a la nueva situación, según decidió el partido germanooriental el sábado. Nombre y programa común serán objeto de negociación en las próximas semanas, declaró el dirigente del WASG Klaus Ernst.

1 comentario

Jordi Me ne frego -

Aunque no seamos nacional-bolcheviques, como NR podemos considerar que los pasos que da Lafontaine son súmamente positivos y que puede llegar a formar un espacio dentro del sistema de partidos alemán que llene el hueco existente. Que existen partidos nacionalistas y con preocupación por lo social, es cierto ( como el gran NPD ) pero se hace necesario la presencia de un partido como el de Lafontaine, que reclame más aspectos sociales a la vez que nacionales e identitarios, para nunca olvidar el polo nacionalista alemán los objetivos de conquista social que los llevó al poder hace décadas...

El problema será si esta transformación de Lafontaine es sólo aparente, como hizo el KPD en los años 30, al que algunos veían como nacional-bolchevique porque arremetía contra el Diktat de Versalles y defendía la Patria Alemana... pero resultó ser sólo una maniobra electoralista para evitar más fugas de militantes y votos hacia el NSDAP de Adolf Hitler.

Veremos...