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Reflexiones sobre los atentados de Londres, Alain de Benoist

Los atentados de Londres

Hemos estado trabajando desde la redacción de Revuelta en los aspectos significativos de este atentado, y no podemos más que alinearnos en el sentido del articulo que abajo leeréis, se trata de las conclusiones del pensador disidente francés Alain de Benoist ...

La ciudad de Londres ha sido elegida dos veces la semana pasada: el 6 de julio por el Comité Olímpico Internacional para acoger los Juegos Olímpicos de 2012, el día siguiente por terroristas internacionales para hacer estallar en el metro varias bombas con alrededor de 50 muertes y varios centenares de heridos.

Como inmediatamente después de los atentados de Madrid, la mayoría de los comentaristas inmediatamente afirmaron que "todos los países en adelante son contemplados" y que bombas podrían estallar mañana tanto en Francfort/M., Berlín o París. Sólo la mitad es cierto. Las bombas que estallaron en España e Inglaterra contemplaban obviamente países que habían elegido asociarse a la guerra llevada, sin el consenso de las Naciones Unidas, por América contra Irak (un país donde se registran todos los días en la población civil casi tantas muertes como se contaron en el metro de Londres). Lo que hizo decir al general ruso Leonide Ivashov, analista muy conocido: "se puede decir que la resistencia iraquí llevó una operación de represalias en el territorio del enemigo". En lo abstracto, todos los países pueden convertirse en objetivos. En los hechos, Italia está amenaza ciertamente más que Suiza, Bélgica o Suecia.

Los atentados de Londres se habían concebido claramente para coincidir con la cumbre del G8 en Edinburgo. La paradoja es que esta coincidencia favoreció a George W. Bush, que no podía soñar mejor argumento para impulsar sus aliados a suscribirse a su política y a aceptar su liderazgo.

Pero más allá de las reacciones de emoción o indignación, de las condenas morales y las proclamaciones de solidaridad, los atentados de Londres deberían ser sobre todo la ocasión de una reflexión en profundidad sobre la lógica del terrorismo.

El terrorista moderno es el descendiente del combatiente irregular de las guerras de partisanos. La diferencia es que contempla objetivos indistintos y que actúa a escala mundial, lo que quiere decir que "desterritorializa". El terrorismo global está en la imagen de nuestro tiempo: trasnacional, fluido, organizado en redes. Hay una perfecta ilustración de lo que el sociólogo Ultich Beck llamó a la "sociedad del riesgo". El riesgo se distingue del peligro clásico en lo que es a la vez invisible, imprevisible, no localizable y omnipresente.

Este terrorismo no tiene cara. Si cada nuevo atentado da lugar a las mismas afirmaciones sin pruebas, a las hipótesis más contradictorias, a las especulaciones más locas, es por que en la lógica del terrorismo es imposible saber que está verdaderamente en juego. A partir el al día siguiente de los atentados de Londres, el terrorismo islámico (médiaticamente simbolizado por la nebulosa "AL Qaidah") se señaló automáticamente con el dedo. No es en efecto posible, si no probable. Pero la verdad es que no se sabe nada.
Las pruebas formales faltan siempre. Tres años después de los atentados del 11 de septiembre en los Estados Unidos, nadie está todavía en condiciones de decir quienes lo realizaron y cómo. Esta incertidumbre contribuye al miedo y al pánico, que es precisamente uno de los objetivos del terrorismo. El miedo genera angustia y suscita fantasmas. En la sociedad del riesgo, no se puede distinguir al amigo del enemigo. Todo el mundo se convierte pues en un sospechoso potencial.

Las víctimas de las bombas no son nunca el objetivo principal del terrorismo. Éste contempla sobre todo los Gobiernos y las opiniones públicas. Las víctimas inmediatas no son finales en sí, sino de los medios para ejercer presión y afectar a los espíritus. Los medios de comunicación, obligados hacer sus grandes títulos sobre el acontecimiento, son el enlace principal y, objetivamente, los auxiliares principales.

Se es necesariamente el enemigo de quien se designa como enemigo. Es necesario pues luchar por supuesto contra el terrorismo. Pero sobre este tema, la única indignación moral es mala consejera. Además incluso si existe un vínculo entre ellos, sería un grave error confundir el islam con el islamismo y el islamismo con el terrorismo.

La guerra contra Irak, el conflicto palestino-israelí, las amenazas dirigidas contra Irán son el mantillo sobre el cual prospera el terrorismo. Desde hace años, la política americana no dejó de dar a los terroristas nuevas razones para actuar.

Luchar eficazmente contra el terrorismo implica actuar sobre las causas.

"si atacan nuestras ciudades, decía Osama bin Laden en una de sus recientes intervenciones difundidas en cinta de vídeo, atacaremos los suyos". George W. Bush, en su discurso sobre el Estado de la Unión, declaraba en enero pasado: "desde que nuestras tropas invadieron Irak, el mundo se volvió más seguro". Los Ingleses, la semana pasado, vieron lo que era.

Alain de BENOIST 10 de julio de 2005

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